Una guía real para cuidar tu piel según tu edad
Una de las preguntas que más me hacen es: “¿A qué edad tengo que empezar a cuidar mi piel?”
Y la verdad es que no hay una edad “correcta”, como si fuera una carrera con una meta definida. Hay algo más importante: entender tu piel y aprender a escucharla.
Porque sí, el cuidado de la piel tiene que ver con la edad… pero también con el estilo de vida, la genética, el clima en el que vives, si usas maquillaje o no, si pasas al sol o frente a pantallas. Todo eso influye. Y aunque Instagram diga lo contrario, no todas necesitamos empezar con retinol a los 21 ni usar 8 pasos coreanos a los 14.
Así que hoy te comparto una guía simple, real y honesta para saber qué está pasando con tu piel en cada etapa, qué ingredientes te pueden acompañar, y cuáles es mejor dejar para después.
13 a 18 años: piel que cambia todo el tiempo, granitos, y mil dudas
A esta edad, la piel está como tú: en transición. Hay días donde todo se ve bien, y otros donde te despiertas con un brote que no sabes de dónde salió. La grasa, el acné, los puntos negros o las zonas secas van apareciendo sin mucho patrón, y eso puede ser frustrante —sobre todo si te comparas con lo que ves en redes. Y ahí es donde muchas personas empiezan a usar productos que no necesitan: ácidos fuertes, retinol o “antiedad” creyendo que eso va a ayudar.
Lo mejor que puedes hacer en esta etapa es mantener las cosas simples. Una limpieza suave, una hidratante liviana, protector solar todos los días, y si tienes brotes, ingredientes como niacinamida, ácido salicílico o zinc pueden hacer una gran diferencia. Si sientes la piel con textura o puntos negros persistentes, podés usar un exfoliante suave una o dos veces por semana, siempre que esté formulado para pieles jóvenes y no cause resequedad. Todo tiene que sentirse liviano, equilibrado y fácil de sostener.
Lo que sí es importante evitar son productos demasiado agresivos. El retinol, por ejemplo, no es necesario aún. Tu piel ya se regenera sola a un ritmo saludable. Tampoco es momento de usar ácidos potentes, exfoliantes granulados duros o una rutina de 7 pasos que no necesitas. Esta etapa no es para prevenir arrugas: es para construir buenos hábitos y cuidar la barrera de tu piel.
19 a 25 años: primeras ojeras, brotes hormonales y mucha confusión
En esta etapa, la piel ya no responde igual que antes. Puedes seguir teniendo brotes (sobre todo antes del periodo), pero también se suman nuevas cosas: ojeras que no se van, tono apagado, poros más marcados o una textura que antes no estaba. Y al mismo tiempo, hay una sobrecarga de información que confunde: ¿ya necesito retinol? ¿botox preventivo? ¿por qué nada me funciona como en TikTok?
Aquí es cuando tiene sentido empezar a prevenir con intención. Ingredientes como vitamina C te pueden ayudar a iluminar y proteger, la niacinamida sigue siendo útil si tenés brotes, y el ácido hialurónico es ideal si sentís deshidratación (aunque tu piel sea grasa). Si te animás a algo más activo, el bakuchiol es una gran opción para esta edad, o incluso un retinol muy suave, pero solo si hay una razón para usarlo (como líneas visibles o textura marcada). También podés incluir exfoliación química con ácidos suaves como PHA o ácido azelaico, siempre con control.
Lo que no ayuda es querer hacer todo al mismo tiempo. Usar retinol, ácidos, vitamina C pura y exfoliarte tres veces por semana puede causar más irritación que resultados. Tampoco es necesario caer en la idea del “botox preventivo” si no lo necesitas. Tu piel sigue siendo joven: no necesita apuros, solo buenos hábitos sostenidos en el tiempo.
26 a 35 años: líneas que ya no se van, piel más cansada y primeros signos reales
Acá ya no son solo brotes o manchas que aparecen y desaparecen. Las líneas de expresión empiezan a quedarse, la piel puede sentirse más opaca o deshidratada, y si no cuidaste del sol en etapas anteriores, las manchas pueden comenzar a instalarse. También podés notar que tu piel ya no reacciona tan rápido como antes.
Es un gran momento para incorporar retinol (empezando suave), reforzar tu rutina de día con vitamina C, sumar un buen ácido hialurónico para hidratar en profundidad, y elegir un contorno de ojos que se ajuste a tus necesidades: firmeza, ojeras, bolsas. Si la piel está apagada o con textura, podés usar exfoliantes como ácido mandélico o láctico una vez a la semana. No es cuestión de hacer mil pasos, sino de elegir bien lo que sí suma.
Lo que deberías evitar es la combinación de activos potentes sin control. Por ejemplo, no mezcles retinol con exfoliantes fuertes o vitamina C pura si tu piel no está acostumbrada. También evita saltarte el protector solar —porque todos estos ingredientes funcionan solo si protegés tu piel del daño que los causa. Más importante aún: no te frustres si no ves cambios en una semana. Acá, lo que hace la diferencia es la constancia.
36 en adelante: firmeza, luminosidad y una piel con historia
La piel madura cambia de verdad. Puede volverse más seca, más delgada, perder elasticidad y tardar más en regenerarse. Y también puede cambiar cómo reacciona a los productos: lo que antes funcionaba ahora puede no ser suficiente, o incluso causar irritación. Pero eso no significa que sea tarde, ni que no valga la pena. Al contrario. Esta etapa es perfecta para cuidar la piel desde otro lugar, con más intención, más escucha y menos juicio.
Ingredientes como el retinol (o su versión más suave, el retinal) pueden ayudar con la firmeza y la textura si se usan bien. Los péptidos estimulan colágeno y elasticidad, el ácido hialurónico hidrata en profundidad, y las ceramidas refuerzan la barrera natural de la piel. Podés sumar antioxidantes como vitamina E o niacinamida para reforzar luminosidad y calmar. Las cremas pueden ser más densas, o podés incorporar aceites si tu piel ya no retiene la hidratación como antes. El skincare en esta etapa ya no se trata de prevenir arrugas: se trata de cuidar lo que sos.
Lo que no tiene sentido ahora es seguir haciendo lo mismo que hacías a los 25. La piel necesita otra cosa, y muchas veces eso implica ir más lento: menos productos juntos, más atención a cómo reacciona, más hidratación y menos exfoliación. Y por supuesto, seguir usando protector solar todos los días. La prevención nunca deja de ser importante.
Entonces… ¿cuándo es el mejor momento?
Cuando tenga sentido para ti.
No se trata de tener la rutina perfecta, ni de seguir modas. Se trata de entender lo que tu piel necesita en este momento, y acompañarla con productos que sumen y con hábitos que puedas sostener.
Y sobre todo, recordá que cada piel es distinta: no todo lo que le funciona a otra persona te va a funcionar a ti. Lo más recomendable siempre será buscar asesoría para saber qué necesita tu piel específicamente, en lugar de guiarte por la edad o por lo que está de moda.
Si empezás con intención, constancia y sin presión, ya estás haciendo más de lo que creés.